Obras maestras ¿del engaño?.

No existe material más inflamable en la historia y conservación del arte que el complejo mundo de las atribuciones. Dicen los expertos que en un cuadro hay al menos 200 elementos que lo vinculan a un autor determinado. Minúsculos rasgos en los lugares menos evidentes del dibujo, como las uñas o las orejas, que permiten señalar a su autor. Sobre todo si se trata de una obra maestra. En un trabajo mediocre, las fronteras se difuminan y todo se vuelve mucho más borroso. Y arriesgado. Una atribución errónea destruye la carrera de quien la sostiene. De ahí el enorme celo (20 años), por ejemplo, que El Prado dedicó a la polémica desatribución a Goya de El Coloso. Hoy, quizá por la facilidad para dar a conocer un hallazgo en Internet y editar un libro electrónico en cinco minutos, el rigor o el miedo a hacer el ridículo a la hora de anunciar un descubrimiento a todas luces dudoso está quedando devaluado.



Fuente: http://cultura.elpais.com/cultura/2012/10/06/actualidad/1349551716_210715.html


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